La inflación de los productos porcinos siguió siendo elevada en Europa en comparación con la de la carne de vacuno. Al ser más accesible, el consumo de carne de cerdo disminuyó de forma más moderada (-6,1 %) en comparación con el de la carne de vacuno (-8 %), alcanzando los 39,9 kg equivalente canal por habitante y año. La mayoría de los países, con excepción de Alemania e Italia, vieron disminuir su consumo. El aumento de la inseguridad alimentaria y la adopción de productos de conveniencia, sanos y frescos, que requieren poco esfuerzo, contribuyen a explicar esta caída del consumo.
Marcada inflación para la carne de cerdo en toda Europa
La inflación de los alimentos se mantuvo alta en la UE-27 a pesar de la caída de la inflación total: de media, alcanzó el 12,7 % en 2023. Los precios de la carne fueron un 10,7 % más altos que en 2022. La carne de cerdo registró el mayor aumento (+11,7 %), por delante de la de ave (+8 %) y la de vacuno (+7,4 %), que subieron de forma más moderada.
En España, la subida de los precios al por menor del cerdo fue la más sostenida (+15,1 %). En Francia fue del 9,5 %, en Alemania del 7 % y en los Países Bajos del 6 %. En Dinamarca, en cambio, el aumento fue más moderado (+2,4 %), con una subida acumulada del 9,8 % en 2 años. Desde finales de 2023, la tasa de inflación de los productos porcinos en Europa se ha estabilizado, e incluso ha bajado en algunos países como Francia, Alemania y Dinamarca.
Lento descenso del consumo de carne de cerdo, fuerte caída de la de vacuno y subida de carne de aves de corral
Esta tendencia al alza de los precios ha presionado a los consumidores de bajos ingresos y ha contribuido al descenso del consumo de carne, la partida más importante en los presupuestos alimentarios de los hogares. La cantidad de carne (excluidas las aves de corral) consumida en la UE-27 ha disminuido en 3,9 kg en los últimos 4 años, hasta situarse en 55,3 kg/habitante, es decir, un total de 36,5 millones de toneladas equivalente canal (tec). Si se incluyen las aves de corral, que aumentaron un 4,2 % y representan un tercio del consumo (27,6 kg/habitante), el consumo total alcanzó los 82,9 kg/habitante.
La carne de vacuno experimentó la mayor caída, con un descenso del consumo per cápita del 8 % entre 2019 y 2023, hasta los 13,9 kg. La carne de cerdo también cayó, pero en menor medida (-6,1 %; -2,6 kg) hasta los 39,9 kg/cápita.
Tendencias contrastadas del consumo de carne de cerdo por países
En Europa, Dinamarca y España siguen siendo los mayores consumidores, con 73,6 y 53,8 kg/habitante respectivamente, por delante de Polonia, con 50,7 kg/habitante.
En 2023, la mayoría de los países vieron descender su consumo, a excepción de Alemania e Italia, donde el consumo se mantuvo prácticamente estable (-0,5 % y -0,2 % /2022). Es en los Países Bajos donde la caída del consumo de carne de cerdo fue más acusada, pasando de 43,9 kg/habitante en 2022 a 32,1 kg/habitante al año en 2023 como consecuencia de la presión social. En el resto de países el descenso no fue tan acusado: -11,5 % en Dinamarca, -3,1 % en Francia, -1,7 % en España y -1,1 % en Polonia.
Un consumo penalizado por la precariedad y los nuevos comportamientos de los consumidores
En comparación con la carne de vacuno, el consumo de carne de cerdo resistió a la inflación al seguir siendo asequible. Sin embargo, el aumento de la inseguridad alimentaria que afecta a toda Europa llevó a un número creciente de consumidores a abandonar la carne debido a su costo, incluida la de cerdo. En Europa, el 10,5 % de la población vive por debajo del umbral de pobreza de su país, y el 9,5 % de los consumidores no puede permitirse una comida que contenga una proteína cárnica (carne, pollo o pescado) cada dos días. Esta proporción varió entre el 3,8 % de Dinamarca y el 13,3 % de Alemania. Francia se situó en el 12,2 % en 2023 (frente al 7,5 % en 2019), una proporción que ha aumentado casi 5 puntos en 4 años.
En cuanto a los consumidores con menos limitaciones económicas, estos buscan soluciones que les permitan el equilibrio entre su presupuesto con sus ideales de medio ambiente y "alimentación saludable". En los últimos años se ha ampliado la planificación de la compra y la adopción de productos listos para consumir, sanos y frescos que permiten comer bien con poco esfuerzo, delegando responsabilidades en los fabricantes. Entre los más jóvenes, el abandono de las comidas en favor de picoteos continuos en respuesta al estrés individual está creciendo en Europa Occidental.
En relación con la proporción de flexitarianos, esta parece estar estabilizándose. En 2021 representaba apenas un tercio de los consumidores, según el estudio Smart Protein realizado en 10 países europeos.